El Valle de Arán es una montañosa y aislada nación sin estado
enclavada en los Pirineos Catalanes. Con tan sólo 10.000 habitantes, los
araneses cuentan con una de las lenguas minoritarias más pequeñas de
Europa. Su cultura occitana les hace sentirse próximos a Occitania, con
quienes tienen mucho en común.
El aranés defiende su singular tierra, desconfía de los forasteros y
da muy pocas facilidades para que el inmigrante se integre. Es una etnia
de clanes, con todos los recelos típicos de una sociedad rural y
cerrada que, no obstante, cuenta con un nivel de vida muy alto así como
también desigualdades sociales considerablemente grandes.
Los araneses, como los valencianos o los baleares, sufren el
colonialismo catalanista. Durante más de un siglo tuvieron que escuchar
que el aranés era un dialecto del catalán, que negarlo era de
anticientíficos o de fascistas. En 1990 la Generalitat Catalana cedió al
fin ante la realidad y reconoció el aranés como idioma oficial.
En Arán la consciencia nacional avanza. Uno de cada cuatro araneses
apuesta por una nación independiente separada de Cataluña. A otros les
gustaría dotarse de una autonomía propia, al estilo de Ceuta o Melilla.
Incluso los que se sienten catalanes o españoles, se consideran a si
mismos araneses por encima de todo.
Cataluña se queja del centralismo de Madrid y reclama la
independencia. Arán hace exactamente el mismo discurso con respecto a
Barcelona. Pero después lo que los catalanes reclaman para si mismos se
lo niegan a los araneses en un cínico ejercicio de doble moral. Tal
hipocresía exacerba el odio anticatalanista en Arán.
En el Valle tienen claro que un Arán independiente tiene mucho futuro
porque puede ser una nueva Andorra en lo financiero y lo turístico.
Entre los catalanes, hay quien pretende subyugarlos de forma
imperialista y otros que abogan por la autodeteminación del Valle. Arán:
un país diminuto en dimensiones pero colosal en valor.
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