LUCES
Y SOMBRAS
El dirigente comunista dejó en la estacada a su compañera y a su
hija enferma, en 1939, quedándose en Francia, mientras ellas acababan en un
campo de concentración.·
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En su
último trabajo sobre el líder comunista, titulado El zorro rojo, el hispanista
Paul Preston llega a decir que Carrillo fue tan dictador como Franco y desvela
las falsedades, mentiras y traiciones que jalonan su biografía. Pasa, sin
embargo, de puntillas sobre uno de los episodios más turbios, que atañe a su
vida privada. Cómo dejó en la estacada a su entonces compañera, Chon (Asunción
Sánchez de Tudela), y a la hija de ambos, Aurora, al quedarse en Francia en 1939,
mientras ellas acababan en un campo de concentración en Alicante.La
identidad de la primera compañera de Carrillo era poco conocida hasta hace unos
años.
El propio dirigente comunista contó algo en una entrevista en
Informe Semanal (TVE): “Mi primera compañera, con la que empecé a tener
relaciones antes del Movimiento de Octubre, se llamaba Chon. Al comenzar la
guerra, tuvimos una hija que nació en condiciones muy difíciles porque mi
compañera tenía una afección en el corazón muy seria. Al terminar la guerra, mi compañera
y mi hija terminaron en el puerto de Alicante. Yo había terminado la guerra en
el otro lado, en Cataluña... Y pudieron pasar
desapercibidas porque no era mi compañera ninguna persona conocida. El partido
consiguió sacar ilegalmente por la frontera a mi compañera y a mi hija, que
estaba... la niña estaba muriéndose”.
Lo que no cuenta Carrillo es que él mismo se desentendió de la
suerte de Chon y la hija, al quedarse en París, en los meses finales de la
guerra, en 1939. Dos testimonios lo apuntan. El de su eterno rival Enrique
Líster, antiguo jefe del V Regimiento republicano, que alega que el dirigente
comunista se
quedó en Francia por “cobardía”, a pesar de que tuvo
la oportunidad de viajar a España. Carrillo sostenía que no había sitio en
ningún aparato con destino a Alicante, donde estaba Chon. En tanto que Líster
afirma que su avión, de 33 plazas, en el que voló el 13 de febrero, iba con 20 asientos vacíos.
Distintas versiones
El segundo testimonio es aún más directo e incluso más
imparcial: el de Ignacio Hidalgo de Cisneros, jefe de la aviación republicana,
que señalaba que seis aparatos aterrizaron en la Península casi vacíos y
Carrillo no movió un dedo por subirse. Lo relata José María Zavala en su
libro 1939, la
cara oculta de los últimos días de la Guerra Civil. El
dirigente comunista optó por quedarse en Francia, sin atender a Chon ni a su
hija; y sin participar tampoco en la lucha del Gobierno de la República, que
presidía Negrín, contra la rebelión del coronel Casado.
¿Explicaciones? “Me fue materialmente imposible regresar a la
zona Centro-Sur”, declaró Carrillo en 1959.“El Partido retrasó mi marcha”,
alegó en 1974, entrevistado por Regis Debray y Max
Gallo en el libro Mañana España. Y en unas páginas después se escuda en la
sarna (“estoy atacado por la sarna... y me fui a París”).
Cuando acabó la contienda con la victoria de los nacionales, la
mujer y la hija del líder comunista fueron internadas en el campo de
concentración de Albatera por el Gobierno franquista. La pequeña moriría a
causa de las enfermedades contraídas allí. Y posteriormente Santiago Carrillo se separó de su
mujer.
Según Ricardo de la Cierva, en 1949 Chon abandonó a Carrillo por un tal Muñoz y se fue con él a Cuba. Carrillo se casó entonces con su secretaria, Carmen, que será su pareja estable.
Según Ricardo de la Cierva, en 1949 Chon abandonó a Carrillo por un tal Muñoz y se fue con él a Cuba. Carrillo se casó entonces con su secretaria, Carmen, que será su pareja estable.
Al final queda para la Historia el juicio de Enrique Líster:
“Carrillo da diferentes versiones y busca diferentes causas a su no ida a la
zona Centro-Sur: la falta de medios, el Partido, la sarna; todo ello para ocultar la verdadera
causa: su cobardía”.
Personaje controvertido, sobre el que pesa la responsabilidad de
las matanzas de Paracuellos y quejugó un papel clave en la Transición,
el histórico dirigente comunista fue homenajeado por Zapatero, que lo propuso
como un modelo de ética y compromiso con la libertad.
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