Lo de las caricaturas de Mahoma o el Manifiesto de los 12 no se puede ocultar tras la retórica del buenismo
Autor:
Teodoro Leon Gross
Los observatorios de islamofobia tienen el mapa occidental lleno de frentes.
La epoca de las cruzadas y las persecuciones ya paso dijo Jose Antonio Primo de Rivera. El Islam desde el punto de vista radical wahavista, sunita puede ser un peligro para europa que no descartamos pero un islam desde el unto de vita chiita. Moderado de mocratico Puede ser ahceptable. No olvidemos que franco tenia guardia mora y no les prohibio nunca el Islam. Hitler tuvo tropas Islamicas e indues en el frente del este y no tuvo problemas con ellos ni con su religión el problema es querer imponer en europa algo ageno a europa como lo es el islam y le racionalismo las ideas de la Revolución Francesa.
Queremos una euro de valores tradicionles Fe, familia, Trabajo, Justicia Social etc.
La islamofobia definitivamente prospera como cebo electoral. Con el
11 – S de fondo, se vislumbra su vitalidad. No se trata de la polémica
de la mezquita en la Zona Zero y el sentimiento inevitable de
provocación por ese proyecto sobre las ruinas del World Trade Center.
Meses antes los suizos ya habían prohibido levantar minaretes en el país
reservando su ‘skyline’ a las cumbres nevadas y las catedrales. En
Alemania, el banquero Thilo Sarrazin se ha convertido en una figura
estelar con su tesis islamófoba que seduce, según las encuestas, a seis
de cada diez alemanes. En Países Bajos, Geert Wilders, con la
prohibición del Corán, continúa la vía emergente de Pim Fortuyn. Eso
gana votos en Inglaterra, Italia, Dinamarca, incluso Noruega. El sector
más conservador del PP ensayó un conflicto a medida sobre el velo en
Madrid; socialistas y nacionalistas en Cataluña han aprovechado la
coartada del burka. El éxito de la quema de coranes, con su absurdo eco
mediático, se inscribe en esa corriente. De hecho, la polémica de la
Zona Zero arranca de los blogueros ultras de ‘Stop Islamization of
America’. Aunque Obama haya recordado que no hay una guerra con el Islam
sino con Al – Qaida, los observatorios de islamofobia tienen el mapa
occidental lleno de frentes.
Los atentados del 11 – S contra los valores occidentales codificaron
la barbarie del fundamentalismo islámico. No se trata del Islam, desde
luego; pero a diferencia del cristianismo, que ha superado el filtro de
la razón ilustrada o lo Kant denominaba «la mayoría de edad del ser
humano», el islamismo carece de la experiencia esencialmente moderna de
la democracia, como advierten Habermas o Derridá. Y esto impone reservas
lógicas en Occidente, con el deber de vigilar y perseguir el islamismo
radical que agrede su estilo de vida y valores. El riesgo es llevar esto
a la histeria, a las fantasías islamofóbicas al modo de Oriana Fallaci,
y al final sacrificar la tolerancia esencial en el propio legado de la
Ilustración para reinventar las cruzadas. El ‘background’ de las
caricaturas de Mahoma o del Manifiesto de los 12 no se puede ocultar
tras la retórica del buenismo, y mucho menos las formas sangrientas de
terror, pero tampoco dejarse seducir por la tentación de la intolerancia
como en Teherán o Islamabad, mimetizando las simplificaciones de
Hollywood al reemplazar al viejo enemigo soviético tras caer el Muro por
el nuevo enemigo del turbante. Edward Said ya retrató en ‘Orientalismo’
la compleja herencia perversa del colonialismo sobre el Islam. La
respuesta de Occidente pasa por la fe en sus valores ilustrados, no por
la xenofobia con la que ya coquetea incluso Sarkozy tanteando el mercado
electoral.
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