El juez John Horn condenó a Chris Mahlangu,
que tiene ahora 29 años, por matar a golpes a su víctima en 2010. Los
hechos ocurrieron en la granja que el ultraderechista tenía en la Provincia del Noroeste, en el transcurso de un robo cometido en la propiedad.
Eugene Terreblanche. | AP
Patrick Ndlovu, menor de edad cuando se produjeron los hechos, fue absuelto de los cargos de asesinato. Fue descrito como un "espectador pasivo"
de la muerte del líder radical afrikaner, descendiente de la minoría
blanca holandesa de Sudáfrica que impuso el régimen racista del apartheid en el país hasta el año 1994.
Ndlovu fue declarado culpable de robo junto a Mahlangu, pese a que ambos rechazaron los cargos y se negaron a declarar.
El magistrado, que tendrá que dictar sentencia próximamente, rechazó
las acusaciones de violación del menor por parte de Terreblanche
esgrimidas por algunos testigos durante la celebración del proceso, que
se ha prolongado durante casi dos años.
Miembros del Movimiento de Resistencia Afrikaner
(AWB), formación que dirigió Terreblanche, y otros militantes de la
extrema derecha sudafricana se congregaron a las puertas del tribunal
para recibir el veredicto, separados por fuertes medidas de seguridad de
ciudadanos negros que acudieron a apoyar a los acusados.
Polarización social
Terreblanche apareció muerto a causa de machetazos y golpes el 3 de
abril de 2010 en su granja de Ventersdorp. La Policía detuvo entonces a
Ndlovu y Mahlangu, quienes declararon en aquel momento que habían tenido
una pelea con el granjero porque no les pagaba su trabajo.
La celebración del funeral del líder afrikáner puso de manifiesto la polarización
de una sociedad donde los negros -cerca del 80% de la población- tienen
el poder político, pero los blancos -un 9%- controlan la mayor parte de
la economía.
Terreblanche, que murió a los 69 años, fue un líder de ultraderecha defensor de la supremacía blanca, presidente del AWB,
y que en los años 90 del pasado siglo, en plena transición democrática
tras el apartheid, amenazó con ir a la guerra para defender los
intereses de la minoría de ascendencia europea.
El dirigente de inspiración neonazi estuvo vinculado a atentados y
disturbios que pretendían desestabilizar las negociaciones de Frederik de Klerk, último presidente blanco del apartheid, y Nelson Mandela, para desmantelar el régimen de segregación racial.
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