Esta foto se publicó ayer en el Flickr del PSOE.
Vista de lejos, cualquiera diría que se trata de un mitin del PP, pero
se trata de la Conferencia Política celebrada por el PSOE este fin de
semana para aupar a Alfredo Pérez Rubalcaba. Sí, el mismo Rubalcaba que
en enero de 2005 hablaba de las contradicciones del PP con estas palabras: “Se les nota demasiado que quieren pasar del rojo al azul, su color natural”.
Pues ahora resulta que ése es el camino que ha tomado el PSOE
cromáticamente hablando… Vista de cerca, éste era el aspecto que ofrecía
anteayer la imagen usada por el PSOE en dicha Conferencia (foto del Flickr PSOE):
El cambio en los medios: entre el pitorreo, la perplejidad y el enfado
El caso es que el fondo del escenario de la Conferencia Política del
PSOE no es el primer elemento de imagen de ese partido que registra ese
cambio de color. La cuenta de Twitter del PSOE, @PSOE, muestra este aspecto desde hace tiempo:

La única explicación técnica a este cambio la he encontrado en la crónica que escribe Lucía Méndez en Elmundo.es:
“El azul lleno de olas de Rubalcaba es distinto al azul del PP. El azul de Rajoy es de un tono más oscuro y más homogéneo. El azul de Rubalcaba es más clarito, con distintas tonalidades en las que prima el azul cielo, como el manto de las Inmaculadas de Murillo. La razón del cambio es evidente para cualquier experto en imagen: el azul es el color de la seriedad y la confianza.”
Sin embargo, los matices de Lucía Méndez no parecen muy ajustados a la realidad. Sin ir más lejos, mientras leía la citada crónica de Elmundo.es me encontré con esta coincidencia (lo de la derecha es un anuncio de la convención que celebrará el PP entre el 6 y el 8 de octubre):
Juzgad vosotros mismos… Desde luego, los parecidos son sorprendentes:
además del azul claro usado, las mismas formas rayadas estilo
cortinaje. El asunto ha dado lugar a todo tipo de comentarios en Twitter, algunos muy mordaces.
El azul es el color con más adeptos, según un estudio de Eva Heller

El color de lo que deseamos que permanezca
En cuanto a los sentimientos que provoca el azul, Heller señalaba que un 35% de los encuestados lo identifica como el color de la confianza, otro 35% con la fidelidad,
un 27% con la armonía, un 25% con la simpatía y otro 25% con la
amistad. Heller descartó que estas analogías tuviesen relación con el
hecho de que el azul contase con tantos adeptos: “también
las personas que tienen el rojo o el negro o cualquier otro color como
su color favorito siente que, en este orden, el azul es el color básico,
el color adecuado“, apuntaba la citada psicóloga y socióloga. Y lo explicaba así:
“cuando asociamos sentimientos a colores, pensamos en contextos mucho
más amplios. El cielo es azul, y por eso es el azul el color divino, el
color de lo eterno. La experiencia continuada ha convertido al
azul en el color de todo lo que deseamos que permanezca, de todo lo que
debe durar eternamente.“
¿Significa esto que el PSOE eligió el color, tal vez incluso
inconscientemente, en una cierta búsqueda de permanencia? Es muy
atrevido juzgarlo, aunque es evidente que el partido en el poder debería ser el más interesado en asociarse con esa idea.
El caso es que el PSOE corre un gran riesgo al hacer este cambio.
Durante años ha difundido entre sus afiliados y votantes la asociación
entre el rojo corporativo del partido y ciertas ideas, actitudes e
incluso sensaciones. Eva Heller señalaba, por ejemplo, que existen “colores psicológicamente contrarios” por los efectos que provocan en los sentimientos.
Heller empezaba analizando el contraste psicológico entre el rojo y el
azul, asociando el primero a lo activo, lo caliente, lo alto, lo
corporal y lo masculino, y el segundo con lo pasivo, lo frío, lo bajo,
lo espiritual y lo femenino. ¿Acusará el PSOE esta asociación de ideas y sentimientos? Es difícil calcularlo.
De tinte de la élite social a color de la prenda más popular
Hay que decir que existen matices de efectos psicológicos ante los distintos tipos de azul,
pues éste fue, después del amarillo, el color para el que más
variedades identificaron los encuestados: nada menos que 111. Heller se
refirió en concreto al azul real:
“El azul celeste luminoso era un color noble, era el azul de la nobleza. De Asia se importaban tejidos de seda teñidos con índigo. La producción de seda era para los europeos algo tan misterioso como la de ese azul. Desde el siglo XIII, los mantos de la coronación de los reyes franceses eran de color azul brillante. En el siglo XVII, en la época de Luis XIV -cuando se legalizó el índigo-, el azul era color de moda en la corte. El propio Luis XIV diseñó personalmente un jubón azul bordado de oro y plata, y todos los cortesanos soñaban con aquel jubón azul, pues vestirlo era una conesión especial del rey. Este hermoso azul recibió el nombre de “azul real”, y hoy es muy apreciado como color para tinta.”
No obstante, los tiempos cambian y hoy en día no está tan extendida esa asociación entre el azul claro y la riqueza. Al contrario.
Eva Heller señala en la citada obra lo que ocurrió hacia 1970, cuando
la ropa pudo empezar a teñirse de cualquier color con tintes duraderos.
Heller identifica ese momento con el comienzo de la era del consumo: “Los críticos de la cultura hablaban del ‘terror del consumo’ y de la ‘sociedad del despilfarro’”, señalaba la psicóloga alemana. Heller señala lo que ocurrió:
“Entonces se originó el contramovimiento de los que rechazaban el consumo, cuyo signo de identidad eran los tejanos gastados. Esos pantalones se convirtieron en símbolo del regreso de los valores verdaderos y duraderos.”
Da la casualidad de que el color por antonomasia de los pantalones vaqueros es el azul. De la popularidad de esta prenda y de la importancia de su color azul da cuenta un dato que aportaba Heller en su libro: “La
demanda de tejanos descoloridos se incrementó tan rápidamente, que el
índigo, que entonces sólo la BASF producía, comenzó a escasear.”
En EEUU, los azules son los progres y los rojos los conservadores
Provoquen las sensaciones que provoquen, lo cierto es que los colores también tienen asociaciones ideológicas. En Estados Unidos, por ejemplo, el azul es el color del Partido Demócrata, por lo que ser azul allí es ser lo que allí llaman liberal y aquí conocemos como progre,
en contraposición al rojo, que es el color del Partido Republicano y es
por ello asociado con el conservadurismo. En el Reino Unido ocurre al
revés: el rojo ha sido el color tradicional del Partido Laborista
(miembro de la Internacional Socialista) y el azul el del Partido
Conservador.
El uso político del color azul en la España actual
En España desde la década de 1930 el azul se asoció con la Falange
Española (pues de ese color eran las camisas que distinguían a sus
afiliados). Esa asociación cromática se consolidó de tal modo durante
las cuatro décadas de franquismo que cuando llegó la democracia, ninguno
de los grandes partidos de la Transición eligió ese color para su
logotipo. En los años 80 los constitucionalistas vascos empezaron a usar
lazos azules para mostrar su rechazo al terrorismo de ETA. Por aquellos
años también adoptó el color (en dos tonos, claro y oscuro) el Partido Liberal,
que en 1989 se acabó integrando en el Partido Popular, recién refundado
a partir de Alianza Popular. El color también ha sido usado por otras
formaciones de centro y centro-derecha, como Unión del Pueblo Navarro, Convergència i Unió o Coalición Canaria. El único partido español de izquierdas que usa con frecuencia el azul es el Bloque Nacionalista Gallego, pero simplemente porque azul es uno de los dos colores de la bandera de Galicia.
El PP empezó a usar el azul como color identificativo en 2007
Desde su fundación, Alianza Popular usó en su imagen los colores de
la bandera española: rojo y amarillo. En 1989 el PP empezó usando un
logotipo con una gran gaviota azul pero las letras de su denominación en
rojo. En los años siguientes, la imagen del PP conservó esa combinación
de elementos y colores, con distintos cambios de tamaño y forma, y
usando con mucha frecuencia distintas tonalidades de azul como fondo en
sus carteles, mítines, etc. En 2004 el rojo de las letras se cambió por
el color naranja, entonces muy de moda a raíz de su uso por entidades
como HazteOir.org y la Fundación FAES.
En las Elecciones Locales y Autonómicas de 2007 el PP usó el naranja
con profusión, incluso como fondo de su logotipo, pero también empezó a
usar el logo en letras blancas y fondo en un azul ligeramente claro.
Tras aquellos comicios, ésta fue la marca que se acabó imponiendo. El 14
de enero de 2008, a menos de dos meses para las Elecciones Generales de
ese año, el PP presentó un nuevo logotipo, esta vez en un color azul celeste con las letras blancas. Cinco meses después el logo del PP volvió a cambiar, manteniendo el mismo azul celeste para el fondo. Éste es el que hoy utiliza.
¿Le costará a Rubalcaba aún más votos este cambio?
¿Qué pesará más en el electorado? ¿Las connotaciones ideológicas del
color azul, o las sensaciones que provoca? La respuesta es difícil de
hallar. En todo caso, las connotaciones ideológicas de un color son algo
más explícito y comúnmente conocido que sus efectos psicológicos. En
mi opinión, el PSOE ha elegido el azul por una cuestión de puro
marketing, confiando en exceso en sus posibles efectos psicológicos
y otorgándoles más importancia que a la posible respuesta ideológica
que puede provocar ese cambio: la idea de que el partido se cambia de
chaqueta tras el fracaso de Zapatero, un político que en 2005 se autocalificó como “rojo” en una entrevista a la revista Marie Claire. A estas alturas es imposible negar que Rubalcaba intenta marcar distancias con estos siete años de zapaterismo
(en los que él, por cierto, ha tenido un papel muy destacado tanto en
el gobierno como en el PSOE). El problema es que cambios así rozan la
pornografía política: son tan evidentes y cantan tanto que provocan
reacciones como las señaladas en la prensa.
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