Estas causas de beatificación se encuentran entre las miles por la persecución religiosa entre 1934 y 1939
El Papa Francisco da una sorpresa por día. La de este Jueves Santo ha sido su interés por las causas de los santos, aprobando la beatificación de 58 mártires de la persecución religiosa en España y
otros tres mártires asesinados en el campo de concentración de Dachau,
Italia, Hungría y Rumanía. Todos ellos serán elevados a los altares en
sus respectivos países a lo largo de este año.
El Santo Padre declaró también la heroicidad
de las virtudes de dos sacerdotes españoles, Eladio Mozas Santamera
(1837-1897), fundador de las Hermanas Josefinas de la Santísima
Trinidad, y el madrileño Manuel Aparici Navarro (1902-1964), presidente
de los jóvenes de Acción Católica de 1934 a 1941, atravesando la
tremenda época de la Guerra Civil, en la que promovió, de acuerdo con el
Papa Pío XI, una masiva peregrinación de jóvenes a Santiago de
Compostela en 1937.
La declaración de sus «virtudes heroicas» otorga a ambos sacerdotes el título de «venerable»,
pero es necesario un milagro para que se les pueda declarar beatos y
comenzar así el culto público en las respectivas diócesis o familias
religiosas.
Los mártires
Los 58 mártires españoles cuya beatificación autorizó
Francisco son Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén, y cinco
compañeros; José Máximo Moro Briz y cuatro compañeros sacerdotes de la
diócesis de Ávila; Joaquín Jovaní Marín y 14 compañeros de la Sociedad
de Sacerdotes Operarios Diocesanos; y el padre capuchino Andrés de
Palazuelo junto con 31 compañeros.
Estas causas de beatificación de mártires españoles figuran entre los varios miles de causas de beatificación y canonización abiertas
a raíz de episodios de persecución religiosa que van desde 1934 hasta
1939. El mártir de Rumania y el de Hungría corresponden a persecuciones
en la Europa comunista después de la Segunda Guerra Mundial.
El mártir italiano, Rolando Rivi (1931-1945)
es un seminarista de 14 años asesinado por partisanos comunistas en el
norte de Italia en abril de 1945. Es muy conocido por las fotos con
sotana y sombrero negro, que vestían entonces los seminaristas. El día
que desapareció, su padre y el párroco salieron a buscarlo por los
alrededores. Se cruzaron con un jefe de los partisanos que les dijo: «Lo
he matado yo, y estoy muy tranquilo».
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