Chávez junto a Ceresole.
Vaya por delante mi rechazo frontal
-desde un punto de vista ideológico- al sistema partitocrático. Vaya
también -por Principios- mi rechazo a la creencia de que lo más
democrático –poder del pueblo- sea la ecuación: un hombre=un voto. El
derecho a voto debe de ser ganado con el trabajo y el compromiso con la
Comunidad, nunca tiene que ser un café para todos, ya que ese es el fin
para controlar a las masas y perpetuar la falsedad del régimen
partitocrático.
Aclarado esto, y acatando las leyes
“democráticas”, debo de señalar que cuando hay un régimen que ha visto
proclamada su victoria en las urnas, es decir, por el voto de sus
ciudadanos, hemos de aceptar, de entrada y con todas las reservas que se
quieran, como válida su legitimidad. Da igual si ese régimen es el de
ZP, Ahmadineyad o Chávez.
Cuando ese régimen, a pesar del resultado
“democrático” obtenido en las urnas, es cuestionado, criminalizado y
constantemente atacado por los principales medios oligárquicos, por los
EEUU y por el genocida Estado de Israel, algo debe de fallar en ese
régimen…para bien.
En efecto, que el Canciller de Israel,
Avigdor Lieberman (al cual la unidad policial de investigación de
fraudes de Israel, recomendó su acusación por cargos de soborno,
aceptación de éstos, lavado de dinero, acoso de testigo y obstrucción
de la justicia), considere que “la influencia de Chávez, en otros países sudamericanos fortalece a los radicales de la región”, y que califique, además, al régimen de Chávez, de “régimen radical que mantiene estrechas relaciones con Irán, por lo que es una amenaza para el mundo”;
que se acuse al régimen de Chávez de antisemita, y para demostrarlo se
profane una sinagoga en la capital venezolana, para posteriormente
quedar demostrando que era un auto-atentando para perjudicar la imagen
del bolivarismo venezolano, solo puede demostrar algo, que el Sionismo
ha puesto su maquinaria para desacreditar al régimen de Chávez.
Si además, Chávez, manifiesta abiertamente que “es sumamente peligrosa” la decisión de independencia que tomaron los kosovares porque “puede terminar en otro desastre”. Por lo que “Hacemos
un llamado […] para que se busquen los mecanismos de diálogo político… y
que esto se eche atrás. Kosovo es una región de Serbia, eso está
reconocido por la historia, la geografía, no se puede aceptar esto”
Nos daremos cuenta que Chávez es cuanto menos un gobernante molesto
para los lobbys internacionales acostumbrados a gobernar mediante
títeres a su servicio.
Chávez, no es un hombre que controle su
lengua, por lo que muchas veces puede ser tremendamente populista y
demagogo, pero también, profundamente coherente, cuando, por ejemplo,
acusa “al mundo de callar ante el Holocausto Palestino”.
Así, no es de extrañar que el Centro
Simon Wisenthal dirigiese al presidente venezolano una carta en la que
le exigía excusas públicas por haber hecho unas supuestas declaraciones
antisemitas. En efecto, estas supuestas declaraciones pronunciadas con
motivo de la Navidad ante un reducido círculo de religiosos, eran
también recogidas por el diario Libération el cual no dudaba en
vincularlas a la vieja relación de Chávez con Norberto Ceresole, al que
acusaban de “revisionista” y de tener un importante papel en las
relaciones entre Venezuela e Irán.
Afirmábamos en el año 2000, en la revista Tribuna de Europa, lo siguiente:
“Hugo Chávez es una china en el
zapato de Yanquilandia. Lo cual, por sí mismo, es algo que nos alegra.
(Sí, pero…) La revolución bolivariana tiene una música y una letra que
nos agrada sobremanera. (Sí, pero…)”
Declarábamos, también, nuestro rechazo a
la política de Chávez en relación a su ambigüedad respecto a ETA. Una
ambigüedad, empero, que no le ha impedido condenar enérgicamente los
últimos atentados de la banda etarra, en Burgos y Mallorca.
Efectivamente, en el año 2000, poníamos
la mirada y la esperanza en la revolución Iberoamericana que emprendía
Hugo Chávez, pero lo hacíamos sin darle carta blanca, desde la crítica y
la distancia. Recuerdo cuando mi amigo Norberto Ceresole nos hablaba de
la posibilidad de que el gobierno de Chávez (1)
se encaminara hacia un régimen auténticamente tercerviista. Recuerdo
sus proyectos y sus decepciones. En efecto, Ceresole fue detenido el 15
de junio de 1995 por la DISIP venezolana (Dirección General Sectorial
de los Servicios de Inteligencia y Prevención), en aquellos momentos
bajo fuerte influencia del Mossad israelí, y expulsado de Venezuela,
tras una intensa campaña de prensa en su contra, y desestimó regresar en
2001, por creer poco segura su integridad (2). En varias ocasiones habló de su desengaño de la “revolución bolivariana” (3),
aunque seguía pensando, que pese a todo, Chávez era la única opción
para el pueblo venezolano. Ignoro si esa opinión de Ceresole sigue
siendo acertada o no. Personalmente, como tantos otros, manifesté mi
ilusión en Chávez, creí en su bolivarismo, en su admiración por Perón, y
creí que apuntalaría su régimen en las propuestas de Ceresole. En su
día hablamos con Norberto, de crear asociaciones de amistad con
Venezuela utilizando como plataforma a Argentina. Teníamos que crear el
triángulo Caracas, Buenos Aires, Madrid. Problemas personales llevaron a
Norberto de regreso a su patria, allí colaboró con Rodriguez Saa, Aldo
Rico y participó en unas Jornadas “para la nueva Argentina”. Su
repentino fallecimiento nos sorprendió a todos. Con él se fueron muchos
proyectos y muchas cosas sin contar, y quizás, con su pérdida, se fue,
al menos por mi parte, casi toda la esperanza en la revolución
bolivariana de Chávez.
De todos modos es sabido, por lo que
decía antes de la política agresiva de los poderosos lobbys económicos, y
de los EEUU, y de Israel, que mantener viva una esperanza de revolución
independiente, justa y libre es, en este mundo globalizado, una tarea
casi imposible. La lucha contra los explotadores te obliga a permanecer
solo o a unirte a otros, quizás, o con toda seguridad, no tan próximos
ideológicamente, pero sí con el mismo enemigo. Decía Juan Domingo Perón,
que el “año 2000 nos verá unidos o sometidos”. Chávez tiene un
importante reto, consolidar su revolución o perecer políticamente. Pero
tiene otro reto más importante aún, hacer creíble, ilusionante y
auténtica su revolución. Desde la lejanía de la Europa ocupada, solo
queda esperar que las luchas de Perón, Getulio Vargas, del joven von
Marées… alimenten a las nuevas generaciones revolucionarias y encuentren
el justo y necesario camino hacia la liberación que la Patria
Iberoamericana reclama.
Juan Antonio Llopart
05-08-09
(1) Ceresole: Cuando
conocí a Chávez, con quien estuve en Buenos Aires, porque él estuvo en
Buenos Aires con Dávila y con Quijada, yo sentí como una revelación, es
decir, ví a un personaje que en una forma yo había imaginado. Eso lo
tergiversaron en una entrevista en Venezuela en El Nacional y dijeron
que yo había creado a Chávez. ¿Se acuerdan? No es así. No es que yo lo
haya creado. Yo había imaginado a alguien. Yo había imaginado esta
posibilidad. Yo venía de una experiencia negativa con algunos militares
en la Argentina, y cuando ví a Chávez fue como un soplo de aire fresco,
francamente. Enseguida ví también su veta izquierdista, eso no me gustó y
de allí surge la lucha fraternal de Chávez y Ceresole.
(2)
Domingo, 4 de febrero de 2001. Hace pocas horas he tomado la decisión –
que me ha causado un profundo dolor y una irreparable pérdida
intelectual y afectiva – de suspender un viaje a Venezuela programado
para el próximo lunes 5 de febrero. Se trataba de participar de un
seminario organizado por la Universidad Simón Bolívar sobre la
naturaleza del proceso bolivariano en Venezuela.
El texto que he enviado al organizador de ese seminario, Profesor Hernán Castillo, dice textualmente así:
“Estimado profesor: interpreto que la
designación de Rangel como superministro es un verdadero “golpe de
Estado”. Rangel fue la persona que me expulsó públicamente de Venezuela
en 1999, con el consentimiento expreso del presidente Chávez. Bajo todo
punto de vista, y en las actuales circunstancias, mi seguridad estará
seriamente afectada. Nadie puede garantizarla después del “golpe de
estado” palaciego ya realizado. Por lo tanto he decidido suspender el
viaje a Caracas. Asimismo quisiera presentarle, al país y a la
Universidad, un análisis de situación que señale con la mayor exactitud
posible el enorme riesgo en que se encuentra hoy Venezuela, a las
puertas de una guerra civil, que es el único resultado posible de esta
entropía en que ha entrado la revolución -desde hace bastante tiempo- y
que hoy se materializa en el golpe de estado que pone a Rangel en el
Ministerio de la defensa. Rangel como ministro de defensa, es
simplemente el símbolo del fin de la revolución y, en primer lugar, el
comienzo de la liquidación de las fuerzas armadas, a fin de poner al
país en la antesala de la “globalización”. Esta es un película que yo ya
he visto por lo menos una vez, en la Argentina. Le repito que en este
momento no tengo la menor duda de que mi seguridad en Venezuela iba a
estar seriamente comprometida, como mínimo. Las fuerzas que se mueven
detrás de Rangel son enemigas mortales mías”.
(3) A propósito del Presidente CHÁVEZ:
Un falso camino es siempre un camino sin retorno.
Por Norberto Ceresole.
A mediados de agosto de 2001 – y
desde Chile, curiosamente – el presidente Chávez decidió hacer pública
su posición ideológica (“Soy un izquierdista”. “Un zurdo biológico e
ideológico”, dijo, textual, urbi et orbi). Con ese paso, clarificó
automáticamente su posición estratégica de cara a la totalidad de la
América criolla: sus canales de acción en la región serán los que le
provean los grupúsculos de la izquierda alucinada y manipulada, que ya
no representan ni a nada ni a nadie en ninguno de nuestros países.
Coherentemente firma la “cláusula democrática” y expande la apertura de
la economía, es decir, incrementa su fondomonetarización.
Se trata de una alianza con la misma
izquierda marginal que en los tiempos de la bipolaridad produjo
verdaderas catástrofes en cada una de nuestras sociedades, operando
conjuntamente con su enemigo aparente, el “imperialismo yanqui”, que
siempre toleró al régimen castrista y otros “focos subversivos”, porque
entre ellos también siempre existió un mismo cordón umbilical: los
intereses del lobby judío norteamericano (hoy ese cordón de intereses
compartidos está compuesto también por la legalización de las drogas,
objetivo común entre la guerrilla colombiana y el Wall Street).
Obnubilado por sus fantasías
ideológicas, el presidente Chávez equivocó radicalmente su rumbo
estratégico: no sólo no hay una molécula de “revolución” en esa
izquierda; por su historia reciente, ella representa lo mismo que su
contraparte oligárquica e imperialista: sólo destrucción. Un camino
equivocado es un camino sin retorno.
La de Chávez con la izquierda ya fracasada es un sociedad destinada al fracaso, en los siguientes tres sentidos:
Chávez se equivoca drásticamente
porque cree – o finge creer – que esos grupúsculos representan al
pueblo, por el simple – aunque falso – hecho de que se autoadjudican
dicha representación;
No advierte – o finge no advertir – que esos grupos utilizan su figura como ultima ratio de su estrambótica existencia;
Lo más grave: Chávez está legitimando
el único lenguaje que esos grupos conocen y que han practicado hasta la
saciedad, que es el del terrorismo. Lo que representa una carga
gravísima para el futuro de Venezuela, en especial para sus fuerzas
armadas.
En Santiago de Chile presenció una
puesta en escena organizada por los restos de esa izquierda. Fuera de
ese recinto estaba el verdadero ancho pueblo, al cual Chávez ni siquiera
percibió; peor aún, lo confundió con la poesía masónica de Pablo
Neruda, inspirador e inspirado por el extraordinario simbolismo del tiro
en la nuca de la NKVD. Chávez vio una “multitud” allí donde no había
más que un grupo de personas ya totalmente desvinculadas de las fuerzas
sociales reales, pero sobre todo de las grandes esperanzas de nuestros
pueblos. Son grupúsculos desligados del “espíritu del pueblo”.
La fantasía de Chávez se convierte en
espejismo, y mi proyecto original de “proyección continental” (el que
desarrollé en Caudillo, Ejército, Pueblo) deviene en una burda payasada
destinada a reagrupar grupúsculos cuya historia es una historia de
terror disfrazada de “liberación”. Esa “liberación” que corporiza el
viejo mito del “éxodo” de Israel, y que termina en el asesinato público y
colectivo de la verdadera “gente de la tierra”: hoy Palestina, mañana
nosotros mismos.
Es probable que la incultura
marxistoide de Chávez (apoyada en una DISIP aún al mando del Mossad) le
imposibilite descubrir estos vínculos profundos (simultáneamente
teológicos, filosóficos, políticos y estratégicos) que nacen con la
Modernidad Iluminista. Que nacen, por ejemplo, con el “indigenismo” de
Menahen Ben Israel, socio de Olivier Cromwell (el verdugo de Irlanda, o
el demiurgo del progreso, según se lo mire) y autor del opúsculo “La
Esperanza de Israel” (1650), quien fue el primero en reconocer, en los
indígenas de América, desde Amsterdam, a la “tribu perdida”, la
decimotercer tribu de Israel.
Eso es posible, de hecho hay en el
Presidente un problema de in-conocimientos, pero lo cierto es que Chávez
está cometiendo una verdadera estafa de cara al público. Señala en una
dirección y dice: “Allí están nuestros amigos”; señala en la dirección
contraria y exclama: “Allí están nuestros enemigos”. Pero el hecho es
que ni los unos ni los otros están allí donde él dice que están. Ambos
están en otro lado. Esto quiere decir que existe una falta total y
absoluta de Inteligencia Estratégica. Algo peor aún: una perversión, un
strip tease de esa Inteligencia.
Mi posición hoy es la misma que la
del primer día en que conocí al comandante Chávez, que se acercó a mí
travestido de militar nacionalista y, sobre todo, populista. Esta
posición (y, entre otras cosas, mi definición de populismo) está
reflejada, hasta el más mínimo detalle en el presente libro.
Chávez no comprendió nunca el sentido
de mi lucha. En los últimos tiempos él impidió que se lo pueda repetir
cara a cara. Por lo tanto se lo volveré a decir, ahora públicamente, con
palabras de Ernst Jünger: “Cuando los seres humanos combaten en niveles
espirituales incorporan la muerte a su estrategia. Adquieren así una
especie de invulnerabilidad; de ahí que los asuste poco el pensamiento
de que el enemigo procura privarles del cuerpo… El enemigo intuye esto a
su manera obtusa, y de ahí su cólera terrible, devastadora, en los
sitios donde sale al encuentro el espíritu auténtico” (Radiaciones,
Diario de la Segunda Guerra Mundial, Vol. 1). Lo de Chávez es, en
definitiva, una auténtica rendición.. “Toda rendición de armas es
también un acto irreparable, que afecta la fuerza primordial del
combatiente” (Jünger, op.. cit.).
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